El texto “Educación, identidad y papas fritas baratas” de Michael W. Apple, da cuenta de las relaciones entre nuestras luchas como educadorxs y militantes y las formas a través de las cuales el poder interviene en todas nuestras acciones.
El trabajo educativo que no esté fuertemente relacionado con una profunda comprensión de las realidades, corre el peligro de perder su esencia y las vidas de lxs niñxs exige mucho más que eso. Por esto, como educadorxs estamos implicadxs tanto en reconocer las relaciones sociales, que son fácilmente invisibilizadas por el sistema en el que estamos inmersxs, como en una lucha por los significados, ya que sólo ciertos significados son considerados legítimos. Y es necesario aclarar que este proceso no es neutral, los significados dominantes tienen más posibilidades de circular, sin embargo podemos cuestionarlos, resistirlos y a veces transformarlos. Esto es a lo que Barthes llama “mito”
El mito priva totalmente de historia al objeto del que habla, por eso es imprescindible detectarlos e impedir que ellos influencien nuestro posicionamiento político-pedagógico.
“para el pensamiento crítico nunca puede ser buena una educación que contribuya a mantener al pueblo en un estado de sometimiento, una educación que debilite su núcleo de buen sentido; lo que el pueblo “sabe” y siente porque la vida misma se lo enseña cada día. Como decimos en otro lugar, para el pueblo solo es buena la escuela que libera, pues, a decir verdad, el saber no es poder.” (Jose Tamarit)
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